Una declaración realizada este fin de semana por la secretaría de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins, reavivó la discusión en torno al Tratado de 1944 y al compromiso de México de entregar agua al país vecino, situación que vuelve a encender las alertas entre los productores del norte de Tamaulipas, directamente vinculados con el manejo del río Bravo.

Rollins fue enfática al señalar que los agricultores estadounidenses “merecen agua”, recordando que el tratado, firmado hace más de 80 años bajo un “espíritu de cordialidad y cooperación amistosa”, establece que México debe enviar una cuota específica del recurso hídrico para mantener el caudal del río Grande —conocido en México como río Bravo—, vital para el riego agrícola en el sur de Texas.

La funcionaria reveló que recientemente sostuvo una reunión con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, en la cual el cumplimiento del acuerdo fue uno de los temas centrales de la agenda bilateral.

Sin embargo, tras ese encuentro y las negociaciones posteriores, Rollins fue categórica al afirmar que el agua que México ha entregado “no es suficiente” para cumplir con el tratado.

Aunque dijo valorar la amistad entre ambas naciones, lanzó un mensaje con tono de advertencia:

“Valoro nuestra amistad con México, pero una promesa es una promesa. ¡Es hora de que México entregue el agua que se le prometió a nuestras comunidades fronterizas!”.

La escasez de agua en la región texana ya ha tenido consecuencias tangibles. El último ingenio azucarero del Valle del Río Grande fue cerrado debido a la falta del recurso, lo que incrementa la presión política y económica sobre el tema.

En Tamaulipas, la advertencia fue recibida con preocupación por parte de los productores agrícolas del norte, quienes también enfrentan la disminución de escurrimientos y bajos niveles en las presas, una situación que podría agravarse ante eventuales exigencias de mayores entregas al vecino país.

Organizaciones del sector en municipios como Díaz Ordaz, Camargo, Reynosa y Río Bravo han señalado que, si bien México debe cumplir sus compromisos internacionales, el Gobierno Federal debe garantizar primero el abasto interno para el riego y el consumo humano, especialmente en un contexto de sequías recurrentes y ciclos agrícolas cada vez más inciertos.

El llamado de Estados Unidos reabre un tema históricamente sensible para Tamaulipas, donde la falta de agua se traduce en menor producción, pérdidas económicas y tensiones sociales en las comunidades rurales.

Ahora, la diplomacia mexicana tendrá que equilibrar la amistad bilateral con la supervivencia agrícola de ambos lados del río.