El impresionante Mustang -enconchado, amenazante monstruo rojo- hipnotizaba, paralizaba a los curiosos. Alelados, incrédulos, enmudecidos observaban el soberbio objeto. Se le iban los ojos a los deslumbrados vecinos de la calle Doctor Arce, en la Ciudad de México. Hasta las mujeres afectas a encarnar “argüendes” en el populoso barrio se