La senadora por Tamaulipas, Olga Sosa Ruiz, se reunió en Ciudad de México con el director general de CAPUFE, Rubén Hernández Bermúdez, y en la agenda incluyó el “seguimiento” al Proyecto de Ampliación del Puente III de Nuevo Laredo, presentado como pieza clave para fortalecer comercio exterior y logística.
Sin embargo, para Nuevo Laredo el debate ya no es si se menciona el proyecto, sino si avanza al ritmo que exige la frontera. La evidencia pública disponible apunta a un proceso todavía dominado por trámites ante la SICT y pasos previos, mientras la ampliación se mantiene sin señales contundentes de arranque de obra.
CAPUFE en la reunión; el estancamiento en la práctica
El encuentro fue difundido como parte de una agenda de infraestructura y conectividad para Tamaulipas, y se resaltó el Puente III como proyecto para mejorar competitividad regional.
Pero el punto crítico es que la discusión pública sigue girando alrededor de “seguimiento” y “gestión”, mientras la frontera continúa esperando resultados materiales.
Lo incómodo: La obra se anuncia, pero el avance verificable sigue administrativo
La narrativa oficial suele hablar de impacto logístico, pero los reportes públicos más concretos se enfocan en trámites y definiciones concesionadas, no en fechas de construcción.

Desde mayo se reporta 90% de avance en trámites
Este punto es clave para dimensionar la lentitud: en mayo publicamos que el avance de los trámites estaba en 90%. Es decir, el proyecto ya se presentaba entonces como “casi listo” en su fase administrativa, pero meses después el debate sigue anclado al mismo indicador.
90% de trámites no significa carriles nuevos
Aunque el porcentaje suena alto, no equivale a obra ejecutada. En reportes oficiales estatales se ha explicado que el avance se vincula con procesos ante la SICT para ampliar concesión y capacidad operativa, paso clave para que el proyecto pueda destrabarse formalmente.
El reloj corre: Concesión con fecha crítica
En el registro de Proyectos México, el Puente Internacional Nuevo Laredo III aparece como infraestructura concesionada en operación.
Y en comunicaciones estatales se ha subrayado que la concesión concluye en julio de 2026, lo que vuelve más grave el retraso: no es sólo burocracia, es una presión de calendario que exige definiciones federales claras.
Recuadro | ¿En qué consiste la ampliación del Puente III?
La ampliación está planteada como una expansión fuerte de capacidad de cruce para carga internacional.
- De 8 a 18 carriles para carga: se prevé un nuevo cuerpo paralelo de 8 carriles y la ampliación del cuerpo existente para llegar a 18 carriles en total.
- Reingeniería operativa y accesos: el alcance incluye ajustes que impactan operación, accesos y flujo, no sólo estructura.
- Ruta ambiental documentada: SEMARNAT ha sido referida públicamente como autoridad que consideró viable el componente ambiental del proyecto, lo que confirma ruta técnica, aunque no garantiza arranque inmediato de obra.
Lectura crítica: si el plan es de esta escala, es inevitable cuestionar por qué la conversación pública sigue detenida en “trámites” desde mayo, sin un salto visible hacia ejecución.
Recuadro | ¿Qué falta para que inicie obra y quién responde por la demora?
- Definición federal de concesión y capacidad operativa (SICT): Es el corazón del “90%” reportado.
- Proyecto ejecutivo, contratación y calendario público: Sin licitación/contrato y sin fechas verificables, el proyecto no se puede auditar socialmente.
- Coordinación operativa fronteriza: La ampliación implica reordenar operación y accesos; ahí suelen esconderse retrasos por coordinación interinstitucional.
Lectura crítica: Si el proyecto se presume estratégico, lo mínimo exigible es claridad pública sobre “cuándo inicia”, “con qué contrato” y “con qué metas medibles”.
La crítica de fondo: La frontera paga el costo del estancamiento
La reunión con CAPUFE puede sumar reflectores, pero no cambia el núcleo del problema: desde mayo el avance público se describe como “90% en trámites” y el proyecto no termina de cruzar al terreno de la ejecución.
En Nuevo Laredo, la demora no es abstracta: impacta la competitividad, el flujo de carga y la presión cotidiana sobre la infraestructura fronteriza. Mientras se repite el discurso de “seguimiento”, la región sigue esperando obras.






