Dos historias que se cruzan en un mismo día: Titanic y Nuevo Laredo
Un joven en tránsito por Nuevo Laredo rumbo a Europa
En Nuevo Laredo el 10 de abril de 1912 a primeras horas de la madrugada el jovencito Gustavo Aguirre Benavides de 15 años de edad y originario de Parras Coahuila, cruzaba la frontera para dirigirse a Galveston, Texas, en donde abordaría el trasatlántico “Frankfurt” con rumbo al Puerto de Bremerhaven, Alemania, para de ahí partir a Berlín, en donde estudiaría.

Manuel Uruchurtu se despide desde el Titanic rumbo a Nueva York
Ese mismo día en la Ciudad de México la señora Gertrudis Caraza y Landeros, esposa de Manuel Uruchurtu, a las 7:00 pm recibía un telegrama de su esposo, despachado desde el “Titanic” que decía simplemente “embárcome”, un aviso a su esposa de que ya estaba a bordo.
Una visita a exiliados porfiristas cambiaría su destino
En febrero de 1912, el Diputado Federal en funciones Manuel Uruchurtu había viajado a Francia, con motivo de visitar a su padrino político Ramón Corral y varios amigos más, todos porfiristas que se habían exiliado en Francia, así como asistir a un banquete de gala que se ofrecería en honor a Porfirio Díaz por parte de todos sus excolaboradores
Días de lujo y telegramas a su esposa desde alta mar
Manuel Uruchurtu pasó así los días 11, 12, 13 y 14 de abril, disfrutando de las amenidades de primera clase a bordo, viviendo la experiencia del viaje y relacionándose con grandes empresarios y magnates, pero también se mantenía en contacto constante con su esposa Gertrudis, quien ya lo extrañaba bastante. En todos sus telegramas, Uruchurtu finalizaba diciéndole a su esposa: “…muchos besos a mis siete pollitos”.
Cede su lugar en el último bote a una mujer desconocida
El día de la tragedia, un oficial del barco, sabiendo el estatus diplomático de Manuel Uruchurtu, entre gritos, llantos, carreras y empujones lo toma y lo acomoda en el último bote salvavidas que iba ser bajado al mar, mismo que ya iba atiborrado de gente, en ese instante aparece una mujer envuelta en llanto rogándole al oficial le dé un espacio en el último bote, el oficial le niega el acceso; entonces la mujer se voltea con Uruchurtu y le implora le ceda su lugar aduciendo que su esposo y su hijito la esperan en Nueva York; los marineros están ya procediendo a bajar el último bote salvavidas al mar; en ese momento Uruchurtu les pide a los marinos y a los oficiales que esperen, se levanta de su lugar y cede su sitio a la atribulada mujer, quien dijo ser inglesa y llamarse Elizabeth Rammel – Nye, por su parte Uruchurtu escribió su nombre y unos datos en un papel, lo firmó y se lo entregó a la mujer pidiéndole un favor: que si se salvaba, acudiera a Xalapa y a Hermosillo y les contara a sus familiares como fueron los últimos instantes de su vida y porqué se hundió junto con el “Titanic”; la mujer tomó el escrito, lo guardó y le prometió que así lo haría; para ese momento ya el Capitán Smith estaba presente al tiempo que le dice a Uruchurtu delante de la mujer: “Es usted un caballero completo y un héroe sin lugar a dudas”, mientras que Elizabeth Rammel – Nye le lanzaba una última mirada de un profundo agradecimiento a Uruchurtu.
Mientras eso sucedía, en los últimos minutos del 14 de abril de 1912, el jovencito Gustavo Aguirre Benavides a bordo del trasatlántico “Frankfurt” nota movimiento y agitación entre los oficiales al mando del buque, así como un repentino cambio de rumbo y aceleración; al preguntar qué ocurría se entera de que el “Titanic” está en apuros y ha emitido mensajes solicitando auxilio a embarcaciones próximas; por eso era el apuro de la tripulación, iban en auxilio del “Titanic”; el joven Aguirre Benavides sabía muy bien que el Diputado Manuel Uruchurtu venía a bordo del “Titanic” y se apresuró a enviar un telegrama a sus padres desde el “Frankfurt” para informarles lo que estaba sucediendo con el “Titanic”..
El otro buque que acudió al llamado de auxilio fue el buque inglés “Carpathia”, que se encontraba más cerca que el “Frankfurt”.

A bordo del Frankfurt, observa la tragedia del Titanic
A las 3 de la mañana llega el “Frankfurt” a la zona del desastre, desde la cubierta el jovencito Gustavo Aguirre Benavides observa el desastre completo; bajo la luz de los reflectores del “Carpathia”, del “Frankfurt” y la luz de la luna en un cielo despejado, se ve la magnitud de la tragedia, flotando en el área, una gran cantidad de tablas, sillas, colchones, objetos personales y una gran cantidad de cadáveres en el dantesco escenario, del “Titanic”, ni sus luces, ya estaba en el fondo del Océano Atlántico.
El joven Gustavo Aguirre Benavides vivió una larga vida, falleciendo el 14 de abril de 1985, en el mismo día en el que naufragó el “Titanic”.